9 de septiembre de 2014

Un billete, por favor.

Voy en el metro, como un día cualquiera a una hora cualquiera. 
Cojo el tren en la primera parada de la línea hasta la última. 
Estoy mirando para abajo porque el paisaje no me entusiasma demasiado, me miro los zapatos negros de cuero, las uñas pintadas de negro y los calcetines por las rodillas.
Al momento se cruzan en mi mirada un par de zapatillas que yo ya había visto antes. Miro hacia arriba y veo a uno de mis profesores de la infancia al que yo admiraba como a ninguno. 
En mi cabeza le estoy hablando y le miro, pero mi cuerpo no se mueve y el parece no haberme visto a pesar de que estoy sentada enfrente. 
En la siguiente parada se baja, y entran tres chicas que fueron mis amigas durante la infancia. De nuevo pasa igual, ellas están a sus cosas y de nuevo, no me ven ni me oyen. 
Estas se quedan unas cuantas paradas más, cuando al tren sube mi ex, mi primer amor, va sola leyendo un libro, y otra vez, para ella no estoy ahí. 
Empiezo a darme cuenta de que sólo soy una sombra. 
Poco a poco el vagón va cambiando de viajeros, unos entran y otros salen continuamente y ante mi no deja de aparecer gente a la que recuerdo, amigos de los que ya no sé nada, ex parejas, una cara que te ha llamado la atención, compañeros de clase, profesores, niños a los que he cuidado, amigos de mis padres, etc. 
Personas que en algún momento de mi vida significaron algo para mi y ahora, una vez desaparecidos, para ellos vuelvo a ser una cara más en el metro. 
Una entre un millón. Las cosas se pierden, y cuando te das cuenta, aish.

12 de noviembre de 2013

Decir adiós.

(narrador externo) 

Ella nunca habría imaginado, 
que el amor era tan dolido.
Pero que era aún más duro
cuando no era correspondido. 

Las noches ella pasaba, 
mirando por la ventana.
Mirando a su amado, 
mirando a su amor prohibido. 

Un amor que nadie conoce, 
que nadie sospecha. 
Pero un amor que ella conoce, 
y que él anhela.

Su dolor no podían ocultar más.
Se miraban con el corazón en la boca 
y con el pecho lleno de besos que no se podían dar. 

Su amor empezaban a sospechar,
Y ella sabía que no lo podría amar más.

Nunca nadie habría imaginado, 
que por amor ella había matado. 
Al dueño de su alma,
al dueño de su corazón. 
Que por amor ella había acordado nunca decirle adiós. 

Que ella soñaba con no decirle adiós, es cierto. 
Pero lo hacía, porque no conocía el amor verdadero. 




                  - Sara Ruiz López de la Torre 



"Habla del amor que una mujer casada siente hacia un hombre que no es su marido. Ellos lo saben, pero reconocen que no deben estar juntos. 
El marido empieza a sospechar del amor que su mujer le esconde. 
Ella está asustada, y como buena romántica, mata al amante y después se mata ella para no tener que decirle nunca adiós." 


7 de octubre de 2013

Su vergüenza

Es muy triste que vivamos en un mundo tan sucio y desconsiderado, en el que importa más lo que haga el de al lado que tus propios actos.
Es triste porque mucha gente no se da cuenta de ello, y la que sí se da cuenta queda de lado por ser "diferente".

Este mundo es en el que una persona se avergüenza de mostrar su amor en público porque éste no va a ser aceptado. Y sí, hablo de gays y lesbianas.
Personas (y ante todo personas) que aman a alguien pero no pueden demostrarlo abiertamente, sólo porque esa persona a la que ama sea de su mismo sexo. Que estas personas se sientan cohibidas a la hora de abrazar o besar a su pareja en público, demuestra que clase de personas somos o con que clase de personas convivimos.
¿Qué clase de valores quieren enseñar a sus hijos si cuando ven a una pareja homosexual, ponen cara de asco o lo desprecian?
Me sorprendería (y envidiaría mucho) que alguien no sufriera esto. Me encantaría vivir en un sitio en el que a nadie le importe a quien beses o dejes de besar.

Imaginad, imaginad que la persona a la que amáis no quisiera besaros en el cine o en un restaurante. Que tenga que mirar a todos lados a ver si alguien mira para poder besarte. ¿Te gustaría? Yo creo que no.
Es frustrante que todo el mundo te mire cuando vas de la mano con tu novio o novia.

Ahora bien, personas heterosexuales: ¿qué pasaría si yo me escandalizase si os viese de la mano por un parque o dijese cosas no demasiado amables si os viese daros un beso? Ahí habría un problema y yo sería el problema. Porque no acepto el amor, ni a las parejas. 
Os equivocáis, sois vosotros, los homófobos, los que no respetáis el amor ni a las parejas que lo viven. 
Quizá yo sea más feliz con una mujer de lo que tu nunca podrás imaginar. Pero prefieres juzgarnos. 
Nosotros os respetamos, ¿por qué vosotros a nosotros no?
¿Por qué ha de romper mi relación de pareja alguien que ni siquiera nos conoce? ¿Por qué ha de juzgarme nadie? 

Y si esto llegase a leer la gente suficiente, sé que habrían un cambio.

Porque es muy duro que tu pareja no quiera besarte en público porque le da vergüenza que seas de su mismo sexo.
Porque queremos un cambio.

10 de septiembre de 2013

Capítulo 13 "Él, yo, nosotros y los demás"


Después de decirle eso, me alejé y fui a por un par de camisetas y pantalones. Pagamos todo y nos dirigimos hacia el coche.

Volvimos a casa. Tom conducía y Jade iba a su lado. Rupert y yo íbamos detrás, acurrucados.
Íbamos hablando sobre la gala de mañana.

Entonces pregunté:

-¿Por qué llevais a las novias a las galas? Es pura curiosidad.

-¿Qué pasa que no quieres ir? -Se burló Tom.

-¡No, no es eso, Tom! -Le contesté.

-Si no quieres ir, no hace falta. Pero me gustaría mucho que vinieras. -Dijo Rupert mirándome a los ojos.

-Así no hay quien se resista. -Dije.

Pronto llegamos a casa, y ya era medio día. Hicimos un poco de pasta y nos sentamos a comer. En ese momento me di cuenta de que en estos dos días no había comido nada. ¡Había estado dos días sin comer y no ni me había dado cuenta! Esto no es normal, pensé.

A pesar de que llevaba bastante tiempo sin comer, no tenía mucho apetito. Aún no me podía creer que nada de esto estuviera ocurriendo realmente.

Cuando terminamos de comer, Rupert y yo nos sentamos juntos en el sofá. Él estaba sentado en un lado y yo me había tumbado poniendo mi cabeza en su regazo. En cambio Tom y Jade se dieron la mano y subieron al cuarto de arriba.

Pasado un rato oímos unos ruidos arriba y yo me asusté. Pensaba que podía haberles pasado algo. Me levanté rápidamente del sofá y cuando iba a subir, me giré y Rupert se estaba partiendo de risa.

-Si yo fuera tú no subiría. -Dijo mientras se echaba a reír.

-Pero, pero ha podido pasarles...

-Lo único que les pasa a esos dos es que hace mucho que no se ven, ya sabes. -Me contestó mientras me guiñaba un ojo.

-Ahmmm. Ahora entiendo. -Dijo yo guiñándole un ojo, también.

Me volví a tumbar en el sofá y pusimos la tele a todo volumen. Que escandalosos, pensé.
La tardé se pasó rápido, y pronto se hizo de noche. Cenamos y nos acostamos. Esta vez Rupert y yo íbamos a dormir en la misma cama.

Era el momento de irse a dormir. Los dos entramos en la habitación y cerramos la puerta.

Rupert sin ningún reparo se quitó la camiseta y lo pantalones y se metió a la cama. Yo estaba muerta de vergüenza.

Llegaba el momento, él estaba metido en la cama mirándome y ahora era yo quien debía ponerse el pijama. Madre mía. Estaba roja como un tomate, lo notaba. Era una situación muy incómoda.

Entonces Rup se levantó de la cama, se acercó a mi, se puso tras mi espalda y me ayudó a quitarme la camiseta.

Cuando me di la vuelta Rupert tenía en las manos una camiseta de Zukie.

En cuanto la vi me volví loca. Me encantaba esa camiseta.

-¿Cómo sabes que me gusta esa camiseta? -Pregunté.

-Supongo que tu no te has visto la cara cuando he salido del probador con ella puesta. Ha sido una cara muy graciosa y a la vez reveladora. Así que me he imaginado que te gustaría.

Solté una pequeña carcajada. Rupert me dió la camiseta de Zukie y me la puse.
Nos tumbamos en la cama y nos quedamos dormidos, abrazados.


Carcasas personalizadas en menos de 5 minutos

Ahora que vivimos en un mundo de tecnologías y todos tenemos o queremos tener un móvil de última generación, hay que protegerlos. Y para eso existen las fundas y carcasas.
Pero no contentos con eso, además queremos que la funda sea súper moderna o de diseño, y estas no son fáciles de encontrar o salen una pasta.

Pues aquí os voy a dejar el modo fácil de hacerte una funda única y personalizada.

MATERIALES:

  • Algún papel o foto que te guste (pero que puedas recortar) 
  • Tijeras 
  • Lápiz 
  • Regla 
  • Carcasa de plástico dura y transparente para tu modelo de móvil (no hace falta que sea de gran calidad, y las más baratas no suben de los 6 euros)

 PASOS:  

Compra la carcasa transparente acorde con tu modelo de teléfono móvil. Si quieres hacerlo de manera económica, las puedes encontrar en un todo a cien por menos de 6 euros, pero también las tienes de mejor calidad en tiendas oficiales.


Seleciona una foto, papel o incluso tela que tenga el tamaño adecuado a tu teléfono móvil. Yo suelo usar fotos de revistas, que tienen buena calidad y el papel es muy ligero. Pero puedes utilizar cualquier tipo: fotografías, periódicos, dibujos, telas, etc.


Coloca la carcasa sobre la imagen boca arriba, para seleccionar que parte de la imagen vas a querer que se vea.

Marca con un rotulador, o algún marcador que se vea bien, el contorno de la carcasa a 0,5 cm. de ella aproximadamente y recortar.


Coloca la carcasa sobre la parte de atrás de la imagen que acabas de recortar, y como sobra espacio, marca con un lápiz el contorno, bien pegado al borde de la carcasa. Cuanto más exacto seas, mucho mejor.

Marca bien el agujero de la carcasa en el que se sitúa la cámara. ¡Es muy importante no olvidar esto!


Recorta por las líneas marcadas y comprueba si la fotografía entra en la carcasa.


Si sobrase papel, hay que recortarlo de manera manual, poco a poco, e ir quitando el papel que sobra en la imagen hasta que entre en la carcasa sin ningún tipo de problema.


(Para carcasas de iPhone) Cuando hayas comprobado que entra perfectamente, con la regla, trazamos unas líneas rectas al borde del espacio que ocuparía la cámara y lo recortamos.
(Para otro tipo de móviles) se puede retirar ese papel sobrante con un punzón o con cúter.


¡Y ya tendríamos nuestra funda personalizada! En menos de 5 minutos.




 Si esto os ha gustado, hay muchas más formas de decorar una carcasa. Con dibujos, por ejemplo:

Dibuja el motivo deseado en el papel, luego, si ya tienes alguna que te sirva de plantilla, perfecto. Si no, puedes hacer una con los pasos indicados arriba.
Copia la silueta de la plantilla por detrás del dibujo y lo recortas.









La manera más sencilla de personalizar una carcasa con muchos motivos diferentes. ¡Rápido y barato!