18 de diciembre de 2011

Súper cumpleaños.

Ayer celebré mi 15 cumpleaños (aunque mi verdadero cumpleaños es el día 27 de Diciembre).

Estoy cansada de los cumpleaños típicos. De no hacer nada y de las mismas cosas de siempre, así que decidí cambiar y celebrar una fiesta de superhéroes.

Cambié la decoración, la comida, los juegos, todo lo que se me ocurrió.

La comida, hice magdalenas de chocolate rellenas de mermelada de fresa y de melocotón, y otras magdalenas de limón con trocitos de chocolate. La verdad es que me quedaron mejor de los que esperaba.
Después hice un bizcocho de limón, que me salió sorprendentemente, muy rico y esponjoso. Para la tarta de cumpleaños hice, un pastel de galletas y chocolate. Pero este tenía un fallo. Era demasiado pastoso, no sé si era por el chocolate o por las galletas, pero era muy muy denso. En cuanto comías un par de cucharadas era imposible comer más.

En cuanto a la decoración. Puse toda la pared con grupos de globos de los colores de la bandera estadounidense, por toda la sala. Puse una mesa con platos de Spiderman y un par de muñecos de superhéroes.
Con la ayuda de Alba pintamos un mural con el cielo de Nueva York.

Y bueno en cuanto a juegos, pues los de toda la vida. Futbolín, dardos, mímica, tieblas... En fin.

Pero en mi opinión los más divertido fue el tema de los disfraces. Mirad.


16 de diciembre de 2011

La ley de Murphy.

Genial. Hoy ha sido un día genial, fantástico. El mejor día de mi vida. (Nótese la ironía).
Hoy era un día que espera que transcurriese de forma tranquila y relajada, con cosas que hacer, pero tranquilo.
Para empezar, algo no andaba bien esta mañana cuando me he levantado. No quería ir al colegio porque me sentía sin fuerzas, como muerta. Desde ese momento me he imaginado que hoy no iba a ser mi mejor día.
La mañana en el colegio ha transcurrido sin problemas y he pensado 'Que suerte, me esperaba un día peor.'
Pero las cosas han empezado a empeorar a la hora de comer.

He bajado a la calle dispuesta a irme a mi casa cuando me he dado cuenta de que no tenía el móvil. Me he descolgado la mochila, y lo he buscado por todas partes. Al ver que no estaba ni en la mochila ni el abrigo, he tirado la mochila al suelo y he subido corriendo a clase, con la esperanza de habérmelo dejado sobre la mesa o en la cajonera. No estaba.
He buscado por todas partes, en los pupitres en la mesa del profesor, en las demás clases, en la tutoría, esperando recordar dónde lo había dejado.
Al no encontrarlo un ataque de pánico ha invadido mi cuerpo.
Sumando el cansancio, el dolor de la agujetas y el disgusto que llevaba encima he caído en un bucle de histeria del que no podía salir.
Mi respiración ha comenzado a acelerarse de manera exagerada. El aire me faltaba y no podía moverme.
El poco aire que me daba tiempo a coger entre esos cortos y repetidos suspiros no era suficiente y no me llegaba a los pulmones. Me estaba ahogando.

Cuando ya llevaba un rato tirada en el suelo sin poder moverme, ni respirar como es debido, han venido a buscarme y han encontrado mi teléfono. Pero esa ya no era mi preocupación.
Han intentado ayudarme a levantarme del suelo, y me iban a dar mi móvil, pero yo no me lo creía, además tenía un problema más grave que el móvil, no podía respirar.

He salido corriendo de clase y al no tener oxígeno suficiente para echar a correr, he golpeado la pared con todas mis fuerzas con la esperanza de calmarme y recuperar el normal ritmo de respiración. Tras el golpe he caído al suelo sin aliento y mi respiración era cada vez más rápida, corta e insuficiente.
No podía hablar, ni moverme. Sentía que me moría. No me llegaba suficiente aire a los pulmones y veía como mi propio cuerpo se movía desesperadamente por un poco de aire.

Oía como mis amigos hablaban entre sí, intentando ayudarme. Se estaban poniendo nerviosos y han optado por pedir ayuda. Un profesor, mi tutor, quien pasaba por ahí a parado para ayudarme.
Ha conseguido levantarme del suelo y sujetarme por los brazos para que me mantuviera, aunque fuera sentada. Ha logrado que mi respiración se calmase por unos instantes. Mis amigas me ha acompañado al baño, pero en cuanto he conseguido calmarme, esa horrible y desesperante respiración ha vuelto a mi. Estaba apoyada en la puerta de un baño. No me tenía en pie, mis amigas me estaban agarrando.
Pronto más profesores han venido en mi ayuda. Han conseguido calmarme, me he relajado como he podido y hemos salido del baño. Todo se ha acabado.

Ahora lo pienso y me da vergüenza pensar que me he puesto así por un móvil. Por un objeto. Estoy mal de la cabeza. Pero debe ser que soy propensa a sufrir ataques de ansiedad. En tres años he sufrido cuatro ataques.
Mi respiración no ha vuelto a su completa normalidad hasta tres horas después del ataque. Ha sido muy angustioso.

Ha transcurrido el medio día. He comido y después he ido a clase de música. En clase de música cada vez me encontraba peor, no me tenía en pie, y no me salía la voz.
Más tarde mis padres han ido a buscarme a clase y nos hemos dirigido al chalet para preparar las cosas del cumpleaños.
Yo seguía bastante nerviosa y durante todo el viaje en coche me ha tocado ir recibiendo bronca.
Cuando hemos llegado me he puesto a preparar la masa de las magdalenas.
Hacía muchísimo viento y acababa de empezar una tormenta brutal. Se oían las gotas chocar contra las ventanas y contra el duro pavimento.

Cuando ya estaba terminando la primera tanda de magdalenas, se ha ido la luz. He esperado a que mi padre tocase los fusibles y lo arreglase. Pero tardaba mucho, me temía lo peor. En efecto mi padre ha venido a la cocina a decirme que el fusible se había fundido y la instalación se había estropeado. Nos habíamos quedado a oscuras, sin calefacción, y sin corriente para poder cocinar. Nos las hemos apañado como hemos podido, con velas y demás. Pero cocinar casi a oscuras es muy difícil.
Hemos estado casi una hora a oscuras, esperando, mientras mi padre llamaba al servicio para que vinieran a repararlo cuanto antes. Durante 40 minutos no le han cogido el teléfono, y todos cada vez estábamos más nerviosos, y mientras mis padres intentaban buscar soluciones, ya que el cumpleaños no se podría celebrar allí, yo me derrumbaba de nuevo. ¿Por qué tenía que salir todo mal? ¿Por qué tenía que ser precisamente ese día? Que ya era un día bastante estresante debido al tema de la organización del cumpleaños y yo aún estaba tocada por lo anteriormente ocurrido.

Hemos decido volvernos a Las Rosas para terminar de cocinar las magdalenas que ya había colocado en los moldes, pero que debido a la falta de corriente no he podido hornear.
Mi padre se ha quedado en el chalet a esperar al técnico y mi madre y yo hemos vuelto para cocinar.

Cuando nos hemos montado en el coche para venir hacia Madrid, una fortísima tormenta he empezado. La lluvia caí de una manera brutal, más fuerte y más rápido que nunca. Hacía muchísimo viento y daba la sensación de que en cualquier momento el coche iba a volcar.
Nos hemos puesto en marcha y cada vez era más difícil ver en la oscuridad de la noche, y con el mal tiempo. Los cristales se estaban empañando debido al extremo frío que hacía fuera.

Yo iba sentada en el asiento del copiloto, realmente agotada y dolorida, me dolía todo el cuerpo. El estrés produce mucho cansancio. Cuando ya llevábamos un buen tramo del viaje, nos hemos equivocado y nos hemos metido por donde no era. Hemos intentado dar la vuelta en una parte de la carretera que estaba desierta, pero había un problema, era imposible ver a más de dos metros. Estaba muy oscuro y la lluvia impedía que los faros del coche iluminasen la calzada.
Genial, un viaje que se tardaba en hacer media hora, hemos tardado casi hora y media.

Cuando hemos llegado a casa aún había que hacer la cena, ir a buscar a mi hermano, y cuando cenásemos mi madre se tenía que ir a buscar a mi padre que se había quedado en el chalet.

Por si no ha quedado claro, hoy ha sido un día horrible, y no he conseguido que una sola cosa me salga de forma decente.

No me ha dado tiempo a hornear las magdalenas y a cocinar los bollos. Aún tengo que preparar cosas para la fiesta. Por no hablar de que tengo que estudiar y mañana he de madrugar para ir a un partido de fútbol.

Finalmente el día ha ido mejorando muy lentamente, con eso quiero decir, que al menos la cena estaba rica y la luz se ha arreglado. Mañana me tocará madrugar para cocinar, estudiar y prepararme.

Ah se me olvidaba, al golpear la pared he debido hacerme daño, y ahora tengo torcida o dislocada la muñeca izquierda y me duele a horrores. Me cuesta mucho moverla.
Y no os digo nada lo que he tardado en escribir esta entrada con una mano solo.

Con esto quiero dejar clara una cosa. Una cosa que yo he aprendido hoy.

"Nunca te quejes de que algo va mal, porque siempre puede ir peor"


Algunos pensaréis -Ah, está exagerando- -Que mentirosa- -Es muy surrealista- Me da igual lo que penséis nadie excepto yo (y otras personas que hayan sufrido ataques como este) sabrán como se sufre, lo mal que pasa y el miedo que se experimenta. Hoy he temido por mi vida.