12 de noviembre de 2013

Decir adiós.

(narrador externo) 

Ella nunca habría imaginado, 
que el amor era tan dolido.
Pero que era aún más duro
cuando no era correspondido. 

Las noches ella pasaba, 
mirando por la ventana.
Mirando a su amado, 
mirando a su amor prohibido. 

Un amor que nadie conoce, 
que nadie sospecha. 
Pero un amor que ella conoce, 
y que él anhela.

Su dolor no podían ocultar más.
Se miraban con el corazón en la boca 
y con el pecho lleno de besos que no se podían dar. 

Su amor empezaban a sospechar,
Y ella sabía que no lo podría amar más.

Nunca nadie habría imaginado, 
que por amor ella había matado. 
Al dueño de su alma,
al dueño de su corazón. 
Que por amor ella había acordado nunca decirle adiós. 

Que ella soñaba con no decirle adiós, es cierto. 
Pero lo hacía, porque no conocía el amor verdadero. 




                  - Sara Ruiz López de la Torre 



"Habla del amor que una mujer casada siente hacia un hombre que no es su marido. Ellos lo saben, pero reconocen que no deben estar juntos. 
El marido empieza a sospechar del amor que su mujer le esconde. 
Ella está asustada, y como buena romántica, mata al amante y después se mata ella para no tener que decirle nunca adiós." 


7 de octubre de 2013

Su vergüenza

Es muy triste que vivamos en un mundo tan sucio y desconsiderado, en el que importa más lo que haga el de al lado que tus propios actos.
Es triste porque mucha gente no se da cuenta de ello, y la que sí se da cuenta queda de lado por ser "diferente".

Este mundo es en el que una persona se avergüenza de mostrar su amor en público porque éste no va a ser aceptado. Y sí, hablo de gays y lesbianas.
Personas (y ante todo personas) que aman a alguien pero no pueden demostrarlo abiertamente, sólo porque esa persona a la que ama sea de su mismo sexo. Que estas personas se sientan cohibidas a la hora de abrazar o besar a su pareja en público, demuestra que clase de personas somos o con que clase de personas convivimos.
¿Qué clase de valores quieren enseñar a sus hijos si cuando ven a una pareja homosexual, ponen cara de asco o lo desprecian?
Me sorprendería (y envidiaría mucho) que alguien no sufriera esto. Me encantaría vivir en un sitio en el que a nadie le importe a quien beses o dejes de besar.

Imaginad, imaginad que la persona a la que amáis no quisiera besaros en el cine o en un restaurante. Que tenga que mirar a todos lados a ver si alguien mira para poder besarte. ¿Te gustaría? Yo creo que no.
Es frustrante que todo el mundo te mire cuando vas de la mano con tu novio o novia.

Ahora bien, personas heterosexuales: ¿qué pasaría si yo me escandalizase si os viese de la mano por un parque o dijese cosas no demasiado amables si os viese daros un beso? Ahí habría un problema y yo sería el problema. Porque no acepto el amor, ni a las parejas. 
Os equivocáis, sois vosotros, los homófobos, los que no respetáis el amor ni a las parejas que lo viven. 
Quizá yo sea más feliz con una mujer de lo que tu nunca podrás imaginar. Pero prefieres juzgarnos. 
Nosotros os respetamos, ¿por qué vosotros a nosotros no?
¿Por qué ha de romper mi relación de pareja alguien que ni siquiera nos conoce? ¿Por qué ha de juzgarme nadie? 

Y si esto llegase a leer la gente suficiente, sé que habrían un cambio.

Porque es muy duro que tu pareja no quiera besarte en público porque le da vergüenza que seas de su mismo sexo.
Porque queremos un cambio.

10 de septiembre de 2013

Capítulo 13 "Él, yo, nosotros y los demás"


Después de decirle eso, me alejé y fui a por un par de camisetas y pantalones. Pagamos todo y nos dirigimos hacia el coche.

Volvimos a casa. Tom conducía y Jade iba a su lado. Rupert y yo íbamos detrás, acurrucados.
Íbamos hablando sobre la gala de mañana.

Entonces pregunté:

-¿Por qué llevais a las novias a las galas? Es pura curiosidad.

-¿Qué pasa que no quieres ir? -Se burló Tom.

-¡No, no es eso, Tom! -Le contesté.

-Si no quieres ir, no hace falta. Pero me gustaría mucho que vinieras. -Dijo Rupert mirándome a los ojos.

-Así no hay quien se resista. -Dije.

Pronto llegamos a casa, y ya era medio día. Hicimos un poco de pasta y nos sentamos a comer. En ese momento me di cuenta de que en estos dos días no había comido nada. ¡Había estado dos días sin comer y no ni me había dado cuenta! Esto no es normal, pensé.

A pesar de que llevaba bastante tiempo sin comer, no tenía mucho apetito. Aún no me podía creer que nada de esto estuviera ocurriendo realmente.

Cuando terminamos de comer, Rupert y yo nos sentamos juntos en el sofá. Él estaba sentado en un lado y yo me había tumbado poniendo mi cabeza en su regazo. En cambio Tom y Jade se dieron la mano y subieron al cuarto de arriba.

Pasado un rato oímos unos ruidos arriba y yo me asusté. Pensaba que podía haberles pasado algo. Me levanté rápidamente del sofá y cuando iba a subir, me giré y Rupert se estaba partiendo de risa.

-Si yo fuera tú no subiría. -Dijo mientras se echaba a reír.

-Pero, pero ha podido pasarles...

-Lo único que les pasa a esos dos es que hace mucho que no se ven, ya sabes. -Me contestó mientras me guiñaba un ojo.

-Ahmmm. Ahora entiendo. -Dijo yo guiñándole un ojo, también.

Me volví a tumbar en el sofá y pusimos la tele a todo volumen. Que escandalosos, pensé.
La tardé se pasó rápido, y pronto se hizo de noche. Cenamos y nos acostamos. Esta vez Rupert y yo íbamos a dormir en la misma cama.

Era el momento de irse a dormir. Los dos entramos en la habitación y cerramos la puerta.

Rupert sin ningún reparo se quitó la camiseta y lo pantalones y se metió a la cama. Yo estaba muerta de vergüenza.

Llegaba el momento, él estaba metido en la cama mirándome y ahora era yo quien debía ponerse el pijama. Madre mía. Estaba roja como un tomate, lo notaba. Era una situación muy incómoda.

Entonces Rup se levantó de la cama, se acercó a mi, se puso tras mi espalda y me ayudó a quitarme la camiseta.

Cuando me di la vuelta Rupert tenía en las manos una camiseta de Zukie.

En cuanto la vi me volví loca. Me encantaba esa camiseta.

-¿Cómo sabes que me gusta esa camiseta? -Pregunté.

-Supongo que tu no te has visto la cara cuando he salido del probador con ella puesta. Ha sido una cara muy graciosa y a la vez reveladora. Así que me he imaginado que te gustaría.

Solté una pequeña carcajada. Rupert me dió la camiseta de Zukie y me la puse.
Nos tumbamos en la cama y nos quedamos dormidos, abrazados.


Carcasas personalizadas en menos de 5 minutos

Ahora que vivimos en un mundo de tecnologías y todos tenemos o queremos tener un móvil de última generación, hay que protegerlos. Y para eso existen las fundas y carcasas.
Pero no contentos con eso, además queremos que la funda sea súper moderna o de diseño, y estas no son fáciles de encontrar o salen una pasta.

Pues aquí os voy a dejar el modo fácil de hacerte una funda única y personalizada.

MATERIALES:

  • Algún papel o foto que te guste (pero que puedas recortar) 
  • Tijeras 
  • Lápiz 
  • Regla 
  • Carcasa de plástico dura y transparente para tu modelo de móvil (no hace falta que sea de gran calidad, y las más baratas no suben de los 6 euros)

 PASOS:  

Compra la carcasa transparente acorde con tu modelo de teléfono móvil. Si quieres hacerlo de manera económica, las puedes encontrar en un todo a cien por menos de 6 euros, pero también las tienes de mejor calidad en tiendas oficiales.


Seleciona una foto, papel o incluso tela que tenga el tamaño adecuado a tu teléfono móvil. Yo suelo usar fotos de revistas, que tienen buena calidad y el papel es muy ligero. Pero puedes utilizar cualquier tipo: fotografías, periódicos, dibujos, telas, etc.


Coloca la carcasa sobre la imagen boca arriba, para seleccionar que parte de la imagen vas a querer que se vea.

Marca con un rotulador, o algún marcador que se vea bien, el contorno de la carcasa a 0,5 cm. de ella aproximadamente y recortar.


Coloca la carcasa sobre la parte de atrás de la imagen que acabas de recortar, y como sobra espacio, marca con un lápiz el contorno, bien pegado al borde de la carcasa. Cuanto más exacto seas, mucho mejor.

Marca bien el agujero de la carcasa en el que se sitúa la cámara. ¡Es muy importante no olvidar esto!


Recorta por las líneas marcadas y comprueba si la fotografía entra en la carcasa.


Si sobrase papel, hay que recortarlo de manera manual, poco a poco, e ir quitando el papel que sobra en la imagen hasta que entre en la carcasa sin ningún tipo de problema.


(Para carcasas de iPhone) Cuando hayas comprobado que entra perfectamente, con la regla, trazamos unas líneas rectas al borde del espacio que ocuparía la cámara y lo recortamos.
(Para otro tipo de móviles) se puede retirar ese papel sobrante con un punzón o con cúter.


¡Y ya tendríamos nuestra funda personalizada! En menos de 5 minutos.




 Si esto os ha gustado, hay muchas más formas de decorar una carcasa. Con dibujos, por ejemplo:

Dibuja el motivo deseado en el papel, luego, si ya tienes alguna que te sirva de plantilla, perfecto. Si no, puedes hacer una con los pasos indicados arriba.
Copia la silueta de la plantilla por detrás del dibujo y lo recortas.









La manera más sencilla de personalizar una carcasa con muchos motivos diferentes. ¡Rápido y barato!




6 de septiembre de 2013

Sensaciones.

Se acerca a mí por detrás y me susurra al oído: es mi turno, así que métete en la ducha. 

Hago lo que me dice. Me desnudo rápido y mirando siempre al frente. Con paso cauteloso piso el resbaladizo suelo de la ducha y me coloco frente al grifo, que sigue colgado en su sitio. Noto que él viene también. 

Sin poder darme la vuelta para mirarlo, veo como pasa sus manos por delante de mí y enciende el agua, aún fría, que cae estrepitosamente sobre mi cuerpo.
El chorro me recorre la cabeza, el pecho y hace que se yergan mis pezones, baja por mi vientre que se contrae con el frío, hasta llegar a una zona más sensible y finalmente los pies. 

A mi espalda oigo como él se mueve y tengo curiosidad por saber qué va a hacer. Me gustaría girarme para mirarlo, pero tengo órdenes estrictas de no mirarle, bajo ningún concepto. 
De repente oigo el ruido de un bote de gel dejando caer su contenido. 

Él pasa sus brazos entre los míos, que han quedado suspendidos, pegados a mi cintura, y pone sus manos sobre mi vientre. 
El gel de baño empieza a gotear por mi ombligo y noto que está frío, en comparación con el agua que se ha ido calentado a la par que nosotros.

Mi cabeza mira hacia abajo, para poder contemplar sus movimientos. Sus manos se empiezan a mover lenta y cuidadosamente alrededor de mi ombligo, y van generando espuma. 
Posa una de sus manos sobre la 'v' que forma mi sexo, y sube la otra sin demora hasta agarrar uno de mis pechos. La mano que acariciaba mi vello púbico baja tan despacio que parece que tardase una eternidad en alcanzar mi clítoris, el cual, finalmente, masajea de manera tan lenta y deliciosa que debería estar prohibido.

Oigo como se agita su respiración, y empiezo a notar su miembro en mi trasero. Es muy tentador, pero debo mantenerme obediente y seguir mirando para adelante.

De nuevo sus manos retoman el camino y bajan hasta mis rodillas, extendiendo la espuma. Suben de nuevo y las dos manos se posan sobre mis pezones, y empiezan a jugar con ellos. Otra vez bajan, esparcen la espuma por todos los rincones de mi cuerpo, haciendo que me estremezca a cada centímetro que él desliza sus manos sobre mi piel. 
Suben y vuelve a cogerme de los pezones, esta vez mucho más decidido y pasional.
Ahogo un gemido, pero él se da cuenta. Entonces me suelta los pechos de un tirón, me agarra ambas muñecas con fuerza y acercándose a mi oído me dice que me agache. 
Por un sólo segundo dudo, pensando en que pasará. Pero él no deja lugar a mi dudas cuando me agarra por las caderas y él mismo me empuja hacia delante para que me agache. 
Quedo completamente recta, apoyando una mano en mis rodillas, y otra en la pared de la ducha, jadeando, anhelante. 
Estoy conmocionada, excitada y puede que incluso asustada. 
Entonces él se tumba sobre mí, y me es difícil aguantar todo su peso. Con sus manos me rodea y agarra mis pechos que habían quedado suspendidos, y los oprime contra mí. Es muy excitante. 
Entonces se pega más a mí y noto como su erección entra en contacto con mis nalgas y se balancea entre ellas. 
Se queda un tiempo paseando en esa zona y yo ardo en deseos de que me penetre. No soporto más esta tortura.

Mi respiración se acelera, mi cuerpo se arquea, presionando mi trasero contra él, tratando de indicarle lo que yo más deseo. No funciona. 
Él sigue frotándome los pechos y jugando con su miembro y mis nalgas. No aguanto más y entonces me giro, pero en décimas de segundo vuelvo a estar mirando para abajo, pero ahora tengo una de sus manos sujetándome la nuca y agarrándome del pelo, tan fuerte que casi duele. 
Su respiración parece la de un camión en marcha y resopla cerca de mi nuca. 

<El momento ha llegado>, me digo. 

Pero entonces el se yerge y me dice que salga de la ducha. Me dan ganas de darme la vuelta y darle una torta, pero debo mantener mi actitud sumisa. 
Salgo, levanto cada pierna muy despacio, con miedo de no poder mantenerme en pie. 

Una vez que estoy fuera de la ducha, me planto de cara a la pared y me quedo muy quieta. Mi respiración esta más agitada que nunca y mi pecho se mueve a una velocidad inaudita. Parece que el corazón quisiera salírseme del pecho. 

Él se sitúa en su típica posición dominante, con el pecho hinchado justo a mi espalda.
Pasa su mano izquierda por debajo de mi brazo, la posa en mi tripa y me pega contra él, contra su erección. 
Con la otra mano y un rápido movimiento me agarra del cuello. 
Me ha pillado desprevenida y casi no puedo respirar. Me oprime la garganta y levanta mi barbilla poco a poco hacia arriba hasta que mi cabeza queda apoyada en su pecho y por fin puedo verle la cara. 
Mi respiración se dificulta aún más y el sonríe de manera maliciosa. 
Aprieta por un segundo mi garganta con más fuerza, me da la vuelta hacia él y en un rápido y sordo movimiento me penetra.
No puedo evitar soltar un grito y entonces él embiste con fuerza contra mi. 
<También tenía órdenes de guardar silencio>, me recuerdo a mí misma. 
Entonces frunzo los labios para evitar que haya más percances y él sigue con sus movimientos, que me perturban y me hacen arder en deseo. 
Su ritmo se va acelerando y yo, que estoy subida a él me adapto a su compás y empezamos una danza carnal  que va aumentando nuestras pulsaciones. 
Mete y saca su miembro de mí a una velocidad demasiado lenta para que alcance el clímax, pero demasiado rápida para que resulte aburrido. Es abrumador el control que tiene sobre mí, voy al ritmo que él quiere. 
Oigo como jadea, y como sus embestidas aumentan el ritmo. Da un par de torpes pasos y me apoya contra la pared. Coge mis manos por encima de mi cabeza, mis piernas rodean su torso, y el se acerca a mi boca para decirme: me encanta que seas tan puta.
Con su lengua dibuja un camino desde mi boca hasta mi hombro y lo acompaña con unas embestidas cada vez más rápidas, fuertes y deliciosas. 
Noto los fríos baldosines de la pared en mi espalda. Cierro los ojos por un momento y cuando los abro, lo tengo frente a frente, susurrando mi nombre entre gemidos y embestidas. 
Es demasiado. Voy a caer. 
De un último empujón hace que alcance el clímax en un estrepitoso orgasmo que hace que él llegue también.
Sale de mí, me deja caer al suelo. Se envuelve en una de las blancas toallas del cuarto de baño y sale de él con un simple: no he acabado contigo. 

16 de agosto de 2013

Oscuras verdades.

Estábamos sentados junto al lago, la luna alumbraba de manera tenue nuestras caras, y algún destello producido por las luciérnagas rompía la oscuridad.

No me atrevía a mirarle a la cara, le había decepcionado. En lugar de eso me dedicaba a mirar a la profundidad del lago. Pensaba en cuanto podría cubrir, "al menos diez o quince metros" me decía, porque los difuminados rayos de luz desaparecían según se acercaban al oscuro fondo.

Pasamos un rato en silencio, escuchando como el viento mece los árboles y como algunas ranas hacen chapotear el agua al caer.
Vimos una rana chocarse con otra y los dos nos reímos tímidamente, pero en seguida guardamos silencio.
Miré hacia arriba tratando de relajarme y de respirar hondo, y me fijé en los árboles que nos rodeaban. Sus troncos estaban secos, pero sus ramas eran frondosas. Cubiertas de miles de minúsculas hojas de un verde oscuro, demasiado oscuro para ser simplemente verde. Y entre ellas se distinguían algunos rayos de la luz que reflejaba la luna.
Por un momento reuní fuerzas y lo miré, pero él estaba ensimismado mirando el agua, que se mecía con el viento. Me puse nerviosa, y recuerdo que mis manos no dejaban de temblar.
Mi mirada quedó fija en mis manos, como queriendo que terminases con su tembloroso desatino. Entonces puso una de sus manos sobre las mías, lo que hizo que no tuviera más remedio que mirarle a la cara.

-Voy a demostrártelo.- me dijo.

Su mirada esa segura y fría, seguro que estaba enfadado porque yo no le había creído.
Se me revolvía el estómago sólo de pensar que podía haberle defraudado, y mis mejillas decidían echar a arder por su cuenta.
Sabía que no podría contestar una frase con sentido sin echarme a llorar así que simplemente asentí, aunque de nuevo sin mirarle a la cara.

-Mete los pies en el agua.

Sin levantarme, me estiré un poco y la punta de mis pies ya tocaba aquel agua helada.
Lo miré en busca de alguna otra indicación.

-Un poco más.

Resoplé en mi mente, pensando de qué serviría mojarme ahora los pies, pero aún así hice lo que me decía.
Me estiré aún más hasta que mis tobillos estuvieron totalmente cubiertos por ese agua pantanosa y sucia.

Cuando yo ya estuve lista, él se acercó también, se descalzó y se sentó a mi lado con los pies también sumergidos. Al instante, el agua fría se templó, creando una agradable sensación en mi piel. y según pasaban los minutos empezaba a cambiar de color.
Yo miraba atónita el agua, que dejaba de ser agua oscura de pantano y se convertía en agua clara y limpia. Desprendía tanta luz que tuve que taparme los ojos para no quedar cegada con su brillo.
Por un momento me asusté y me levanté de un salto, sacando mis pies del agua. Sobresaltado, él lo hizo también y vino en mi busca. Yo estaba a unos metros de la orilla, casi donde empezaba la espesura del bosque, temblaba, pero no recuerdo si era por el frío o por todo lo que estaba pasando.
Cuando llegó hasta donde estaba yo, me cogió por los brazos de manera cuidadosa preguntándome si me encontraba bien. Cuando quise responder, mi mirada se centró en lo que habría detrás de él.
El agua. Había dejado de brillar, volvía a ser el mismo agua pantanosa y oscura de siempre.
¿Cómo podía ser? No podía estar haciéndolo él, es imposible, ¿verdad?
Lo miré con los ojos todo lo abiertos que podía mientras sacudía la cabeza intentando expulsar de mí todos esos locos pensamientos. Entonces él cerró los ojos, tomo aire y me ofreció su mano. La cogí y él tiró suavemente de mi, de nuevo hacia la orilla.
Yo estaba perdiendo consciencia de mis acciones, así que simplemente me dejé llevar.
Cuando llegamos allí, me acercó de nuevo al agua, y volví a sentir el frío en mis dedos de los pies. Le miré y algo que parecía una sonrisa dejaba asomar el blanco de sus dientes. Me empujó un poco más y otra vez el agua me llegaba por los tobillos.
Él seguía fuera del agua, por lo que yo no podía verme pies.

-Mírame, por favor. - me suplicó.

Me giré, dejando a mi espalda el oscuro y profundo fondo del lago. Levanté la mirada del bordado de mi falda, y allí estaba él, a unos pocos centímetros de mi cara. Estábamos tan cerca que incluso podía notar su respiración chocando con la mía. Inspiraba tan fuerte, que su pecho casi chocaba con el mío.
Clavó su penetrante mirada en la mía y me dijo:

-Te lo voy a enseñar. ¿Confías en mi?

Algo que parecía una respuesta afirmativa salió de mis temblorosos labios. Entonces él dio un paso hacia atrás y me empujó al fondo del lago.


----------------------------

Me estoy hundiendo. Noto como si un peso tirase de mi hacia la penumbra, dejando atrás los rayos de la luna que caen sobre el lago. Avanzo a una velocidad vertiginosa, y noto como los pulmones se me contraen. El poco aire que he podido tomar antes de caer se va escapando de mi cuerpo formando unas burbujas que puedo ver flotar hasta la superficie y maldigo mi existencia por no poder ser yo una de esas burbujas.
Esas burbujas se convierten en un torrente de aire que se escapa de mi boca, y me deja sin resistencia.
Se me entrecierran los ojos, pero aún parece que puedo ver algo. De entre las oscuras aguas veo a lo lejos un destello. Se acerca a mi y me ciega.

Noto sus fríos labios contra a los míos, y empieza a llenar mi cuerpo de aire. Siento la necesidad de apartarlo de mi boca, pero no tengo fuerzas. Al momento él se separa bruscamente, parece esperando una respuesta. Pero caigo inconsciente ante la falta de aire en mis pulmones.

Entonces un dolor agudo me despierta de mi eterno sueño. Trato de apartar de mi el dolor posando las manos sobre mi cuello. Pero es muy intenso, como una quemadura, como si se me deshiciese la carne bajo mis manos. Me araño inconscientemente a ambos lados del cuello deseando que cese ese dolor. Pero en lugar de eso se vuelve más y más intenso. Mi grito se ahoga bajo los litros y litros de agua que me rodean y vuelve a huir de mi en forma de burbujas de aire.
Noto como tiran de mi hacia la superficie, y me alegraría si no fuera porque el dolor que tengo me está matando. Según nos alejamos del fondo el agua se vuelve más clara y puedo ver qué es lo que ocurre.
Me miro las manos, y veo que han cambiado han dejado su forma corta y algo regordeta para convertirse en largos y frágiles dedos, unidos entre sí por algún tipo de membrana que parece pegajosa.
Me asusto y me revuelvo, pero sigo flotando hacia la superficie.

De repente noto que puedo volver a respirar de manera normal, poso las manos en el suelo y noto bajo ellas la tierra mojada.
Me tumbo y empiezo a toser y a expulsar todo el agua que tenía en los pulmones.
El dolor parece haber cesado, así que me reclino, aunque estoy exhausta. Me miro las manos y observo como esa extraña abominación se desvanece y poco a poco deja asomar la forma natural de mis manos.
Miro a mi lado y lo veo allí, mirándome preocupado. Su piel aún está mojada, y sus manos... Sus manos también están volviendo a su forma original.
Estoy confusa, no sé que ha pasado.
Entonces recuerdo el dolor, y me toco a ambos lados del cuello: estoy sangrando.
Cuando disipo el torrente de sangre puedo notar que se han abierto unas pequeñas incisiones. Como no puedo verme, lo miro a él. También las tiene, pero él no sangra. Me fijo muy detenidamente y puedo ver como se mueven al ritmo de su respiración. Branquias.

¿Qué me has hecho?



14 de agosto de 2013

Laguna.

Noche de amigos, fiesta y algo de beber. 
Recuerdo que estábamos hablando de muchas cosas, entre ellas: sexo. Recuerdo que hablé de más. 
Me senté en un banco con una amiga y otro chico.
Lo otro que recuerdo es levantarme en mi cama, sin sudadera y sin zapatillas. 

Mi madre lo sabe, mi padre lo sabe. Es una situación incómoda.
Yo no recuerdo nada. 

Trato de hacer memoria de lo que pasó, pero nada. Me vienen algunos destellos, pero ni siquiera puedo saber si eso pasó de verdad o lo he soñado. 
Es el lapsus de memoria más largo que he tenido en toda mi vida, y es muy frustrante. 

13 de agosto de 2013

Boquiabierta.

Me acabo de terminar un libro. Y como de costumbre su final me ha dejado atónita y sin palabras.

Esta vez el libro que me he leído no sé si gustará a todos, o si no será lo suficientemente bueno para mis amigos con crítico gusto literario. 

Ese libro es 'Cincuenta sombras de Grey' 


No sé bien como describir mi opinión sobre esta novela erótica, pero en general mi impresión ha sido mejor de lo que esperaba. 
A pesar de que la autora tiene escaso conocimiento del diccionario de sinónimos y antónimos de la lengua española y puede resultar incluso repetitiva, tiene una manera realmente cautivadora de expresarse. 
Es muy muy adictivo, de principio a fin. 

Normalmente es difícil separarse de un buen libro, pero más aún si te habla de la mirada de ojos grises y voraces del señor Grey. 

Creo que esta novela ha quedado bastante por encima de las expectativas de bazofia que se cernían sobre ella. 
Una trama muy interesante (si te gusta el género) e incluso obsesiva. 
Invita de manera sutil a un lado oscuro del sexo. Al lado sombrío y sucio de la perversión y el control. 
Podría decirse que es un libro para mentes (y piernas) abiertas.

En general ha sido una lectura muy satisfactoria en todos los sentidos: entretenida, divertida, oscura, te da algo en lo que pensar y no te dejará indiferente. 





He de decir que tenía otra entrada sobre este mismo tema que se me borró, y que era mucho mejor que esta, pero hoy la inspiración no esta conmigo y precisamente ha sido el día en el que Blogger ha decidido borrar dicha entrada de mis borradores. Meh. 

12 de mayo de 2013

¿Por qué somos así?

Vivimos en una sociedad crítica y de anticonformismo, y no lo digo por la política o las revoluciones, ya que eso es algo bueno. Si no por la conducta social.

En esta sociedad ya solo se mira el "yo soy más que tú" y el ejemplo que voy a poner es el del juicio al físico.

Mucha gente se queja de que hoy en día hay muchos más casos de personas con anorexia y bulimia, y se extrañan de la razón. Pues es muy simple: nos encanta juzgar, nos divertimos hablando sin saber, sin importar el daño que causes a los demás ni a cuantas personas se lleve de paso la "broma" que acabas de hacer.

La sociedad ahora funciona así:
Si te llaman gorda, lo más fácil es que te lo creas; entonces te hundes, te deprimes y seguramente caigas en un trastorno alimenticio.
Pero si te dicen que estás delgada, o que estás adelgazando; entonces te lo crees, te fías de ellos y tu autoestima aumenta, hasta que después te dicen que eres una creída por decir que estás delgada.


¿Qué estamos haciendo mal? ¡No estamos conformes con nada!











Lo mismo exactamente pasa con el guapa/o y fea/o.
Si te dicen guapo y te lo crees, entonces es que eres un egocéntrico.
Pero claro, luego te llaman feo, te lo crees y a la mínima que digas que te consideras feo vas a recibir esta contestación: 'claro, dices que eres feo para que todo el mundo te diga que no, para que te diga lo guapo que eres y así alimentar tu ego'.

¿Entonces? ¿Qué se supone que podemos hacer? No estamos nunca contentos...

Sé que ahora es un poco tarde para cambiar esta sociedad criticona en la que, por desgracia, vivimos todos, luchando unos contra otros.
Pero desde aquí quiero mandar un mensaje muy simple:

Antes de buscarle defectos a los demás, busca los tuyos y trata de mejorarlos. 

¿Cómo es la vida, no?

Los humanos nos pasamos la vida juzgando a los demás, juzgando sus actos y su manera de ser.
Y tenemos muy claro (o eso nos creemos) que todas las cosas que les pasan a los demás nunca van a pasarnos a nosotros. Pero, ¿acaso tenemos garantía para creer eso?

Cuando vemos a alguien que tiene problemas, nos consolamos pensando: eso no me va a pasar a mi. Pero, ¿con qué seguridad lo dices?

Uno nunca quiere que lo abandonen, o que fallezca un ser querido o caer en una depresión, y tratamos de autoconvencernos con la famosa frase. Pero nadie elige que le pasen esas cosas, y la vida de vez en cuando nos sorprende con esas cosas que uno creía que nunca viviría.

Entonces es cuando uno a prende a respetar a la vida como se merece. La vida es sabia y si uno no hace más que mirar a las desgracias, se pierde todo lo demás, y ¿cómo no? Al final las desgracias siempre llegan.


Mejor será vivir tranquilo la vida con lo que uno tiene y ser feliz.

15 de abril de 2013

La felicidad, ¿qué es?

Hará al menos ocho meses que conozco de verdad la felicidad.

La felicidad se puede ver de muchísimas maneras diferentes, pero yo la veo como estar a gusto con uno mismo, para así poder estarlo con los demás.
Cuando uno se acepta a si mismo, más fácil para los demás es aceptarlo también. Es muy simple.
Es un círculo. Es la típica frase de madre: "si no te quieres tú, no va a quererte nadie"
Aunque pueda parecer una tontería, realmente es así. Y si de verdad piensas que esto que digo no es cierto, es porque aún no has sido feliz de verdad.

Mucha gente confunde la felicidad con que todas las cosas vayan perfectamente en tu vida, pero yo creo que va mucho más allá de eso. Que sin derrota no hay gloria, y sin caídas no hay remontadas.
Si nunca te equivocas, si nunca has estado a punto de perderlo todo, no vas a saber lo que se siente cuando lo ganas.
Creo que para poder ser feliz hay que haber conocido antes la tristeza, porque una cosa no existiría sin la otra.

Hay tantas maneras de ser feliz...
Por ejemplo, encontrar la felicidad en alguna persona o personas de tu alrededor. Es ese tipo de felicidad que te alegra cada día, porque cada momento es increíble con buenas personas a tu lado.

No sé como explicar la sensación tan increíble que produce la felicidad, pero deberíais probarlo. Es el mejor  éxtasis.