10 de septiembre de 2013

Capítulo 13 "Él, yo, nosotros y los demás"


Después de decirle eso, me alejé y fui a por un par de camisetas y pantalones. Pagamos todo y nos dirigimos hacia el coche.

Volvimos a casa. Tom conducía y Jade iba a su lado. Rupert y yo íbamos detrás, acurrucados.
Íbamos hablando sobre la gala de mañana.

Entonces pregunté:

-¿Por qué llevais a las novias a las galas? Es pura curiosidad.

-¿Qué pasa que no quieres ir? -Se burló Tom.

-¡No, no es eso, Tom! -Le contesté.

-Si no quieres ir, no hace falta. Pero me gustaría mucho que vinieras. -Dijo Rupert mirándome a los ojos.

-Así no hay quien se resista. -Dije.

Pronto llegamos a casa, y ya era medio día. Hicimos un poco de pasta y nos sentamos a comer. En ese momento me di cuenta de que en estos dos días no había comido nada. ¡Había estado dos días sin comer y no ni me había dado cuenta! Esto no es normal, pensé.

A pesar de que llevaba bastante tiempo sin comer, no tenía mucho apetito. Aún no me podía creer que nada de esto estuviera ocurriendo realmente.

Cuando terminamos de comer, Rupert y yo nos sentamos juntos en el sofá. Él estaba sentado en un lado y yo me había tumbado poniendo mi cabeza en su regazo. En cambio Tom y Jade se dieron la mano y subieron al cuarto de arriba.

Pasado un rato oímos unos ruidos arriba y yo me asusté. Pensaba que podía haberles pasado algo. Me levanté rápidamente del sofá y cuando iba a subir, me giré y Rupert se estaba partiendo de risa.

-Si yo fuera tú no subiría. -Dijo mientras se echaba a reír.

-Pero, pero ha podido pasarles...

-Lo único que les pasa a esos dos es que hace mucho que no se ven, ya sabes. -Me contestó mientras me guiñaba un ojo.

-Ahmmm. Ahora entiendo. -Dijo yo guiñándole un ojo, también.

Me volví a tumbar en el sofá y pusimos la tele a todo volumen. Que escandalosos, pensé.
La tardé se pasó rápido, y pronto se hizo de noche. Cenamos y nos acostamos. Esta vez Rupert y yo íbamos a dormir en la misma cama.

Era el momento de irse a dormir. Los dos entramos en la habitación y cerramos la puerta.

Rupert sin ningún reparo se quitó la camiseta y lo pantalones y se metió a la cama. Yo estaba muerta de vergüenza.

Llegaba el momento, él estaba metido en la cama mirándome y ahora era yo quien debía ponerse el pijama. Madre mía. Estaba roja como un tomate, lo notaba. Era una situación muy incómoda.

Entonces Rup se levantó de la cama, se acercó a mi, se puso tras mi espalda y me ayudó a quitarme la camiseta.

Cuando me di la vuelta Rupert tenía en las manos una camiseta de Zukie.

En cuanto la vi me volví loca. Me encantaba esa camiseta.

-¿Cómo sabes que me gusta esa camiseta? -Pregunté.

-Supongo que tu no te has visto la cara cuando he salido del probador con ella puesta. Ha sido una cara muy graciosa y a la vez reveladora. Así que me he imaginado que te gustaría.

Solté una pequeña carcajada. Rupert me dió la camiseta de Zukie y me la puse.
Nos tumbamos en la cama y nos quedamos dormidos, abrazados.


No hay comentarios:

Publicar un comentario