6 de noviembre de 2011

Capítulo 5 "Él, yo, nosotros y los demás"


Me subí al coche, e hice lo que Rupert me dijo. Entonces él subió también y nos marchamos lo más rápido que pudimos. Cuando a penas llevábamos un par de minutos en el coche, nos dimos cuenta de que nos seguían.
Rupert intentó quitárselos de encima, distraerlos. Pero ellos no tardaron en disparar contra nosotros.
La primera bala golpeó la esquina derecha de la luna trasera, la cual no llegó a romperla. Las dos balas siguientes atravesaron la luna trasera y fueron a parar al asiento de Rupert. La cuarta bala entró directamente por el cristal del asiento del conductor. El coche por el que éramos perseguidos se nos puso justo al lado y disparó, atravesando el cristal del conductor y el del copiloto.
Es un milagro que esa bala no haya acabado con nosotros, pensé.
Cuando Rupert se percató, teníamos el coche echo una pena. Frenó en seco, y se puso a disparar contra ellos, frenándolos, y obligándolos a bajar del coche, que explotó.
Continuamos nuestro trayecto con el destrozado coche, hasta llegar al campo, a una villa, con una hermosa casa y un enorme prado. Me sorprendió que parásemos allí.
- Puedes bajar. No hay nada que temer aquí.
- Está bien.
Me tendió la mano para ayudarme a salir del coche.
- Vamos a quedarnos aquí por un tiempo, pero será mejor que vuelvas a... Será mejor que te vayas a otro sitio cuanto antes, no creo que sea así como quieres vivir.
Me di cuenta de que esto llegaba a su fin. Pronto volvería a mi patética vida, y jamás volvería a ver a Rupert.
Entramos en la casa y en el salón estaba un chico alto, muy rubio y delgado. En cuanto oyó que entrábamos vino corriendo a saludar a su querido amigo. Cuando me quise dar cuenta, ya se me había quedado cara de idiota. ¿Tom Felton? ¿Ese chico era Tom Felton?
-¿Quién es ella? - Preguntó algo cabreado Tom.
- Es Evangeline, mmm... Lo sabe. Y será mejor que se quede o la matarán también.
Entonces Tom y Rupert se fueron a hablar al pasillo. Se gritaban y podía oír como parte de la discursión era culpa mía. No me lo podía creer. Tom Felton y Rupert Grint discutían por mi culpa. Nunca me había sentido peor.
- ¡Eres demasiado bueno, Rupert! ¡La traes aquí porque confías en ella, sin conocerla! ¡Así lo único que conseguirás es que la maten o que te maten a ti! - Grito Tom con todas su fuerzas.
- ¡¿Y qué querías que hiciera?! ¿Que le diera la espalda? Sabes que no puedo hacer eso, Tom. - Dijo Rupert intentando calmarle.
- Sé que tu no eres capaz de tratar mal a nadie. Pero es momento de que lo hagas. ¡La chica no puede quedarse! ¡Conseguirás que todo el mundo se entere de esto!
- ¡Ella no se lo dirá a nadie! - Aseguró.
- ¡¿Y tú que sabes?!
- Simplemente lo sé, nada más.
- Mira Rupert, te lo digo siempre, amigo. Te enamoras demasiado rápido.

Por un momento dejé de escuchar de lo que hablaban, mi mente estaba centrada en otra cosa.
¿Ha... Ha... Dicho... Enamora?
Se me vino todo encima, no sabía que hacer, quizá Tom tenía razón, y lo mejor era que me fuera. Pero por otro lado, no podía dejarlo todo así, sin resolver.
Decidí hacer lo que creí que era mejor. 
Salí de aquella casa tan rápido como me fue posible, y di un portazo tremendo al salir. Portazo que hizo que Rupert se diera cuenta de que había dejado la casa, y que saliera a por mí.



2 comentarios:

  1. Ese "He" con H al principio de la entrada me ha dolido tanto como si una de esas balas me hubiera atravesado.

    Estas dos semanas has estado un poco tacaña en cuanto a entradas. Me tenías mal acostumbrado.

    ResponderEliminar
  2. En seguida corrijo esa falta, profe.
    Y bueno, con respecto a lo de las entradas, esta no ha sido mi mejor semana. Pero prepárate, para la próxima corrección tendrás mucho que leer por mi parte!

    ResponderEliminar