-
Evangeline, olvida lo que he dicho antes. Quiero que vengas conmigo,
hasta que esto se calme.
Sonreí.
De
pronto, oímos un disparo.
Rupert
me miró, y le examiné rápidamente, por un momento pensé que
estaba herido. Gracias a Dios, el tirador falló.
Le
cogí la mano con fuerza, y echamos a correr. Dos hombres iban tras
nosotros. No corrían muy deprisa, pero ambos iban armados. Rupert me
decía que no mirase hacia atrás. Pero no es tan fácil como parece,
cuando sabes que en cualquier momento puedes recibir un disparo.
Corrimos
a toda velocidad a través de tres o cuatro calles más. Entonces,
dimos un brusco giro y nos metimos en un sótano. Rupert cerró
rápidamente la puerta y por la mirilla vio como los hombres pasaban
de largo.
Mi
respiración había abandonado su ritmo normal, y estaba muy
nerviosa. No paraba de dar vueltas.
-No
me cabe en la cabeza. ¿Quieren matarte porque les debes dinero?-
Pregunté extrañada.
-Es...
Es algo más complicado que eso.
-Bueno,
creo que es un buen momento para explicármelo, ¿no te parece?
-Está
bien, pero lo más seguro es que no sea lo que quieres oír. Cuando
jugué, y perdí, dije que no les pagaría un duro, entonces me
dieron una paliza, me levanté y arrebaté contra uno de los de su banda. Me pasé y cuando me quise dar cuenta, aquel hombre estaba muerto. Yo le había matado.
Me persiguen porque quieren su dinero, y su venganza.
Me persiguen porque quieren su dinero, y su venganza.
-
Lo... Lo... ¿Lo mataste? - Pregunté asustada.
-
Sólo me estaba defendiendo. Ellos querían matarme.
Asentí,
pero no dije nada. Estaba sin palabras.
-
Ojalá nada de esto hubiera ocurrido. - Dijo muy serio.
-
Lo que me llama la atención es, ¿Cómo has logrado mantener todo
esto lejos de prensa y cámaras?
-
No lo sé, pero creo que la propia banda se encarga de que no salga
en televisión y radio, porque si eso ocurriera les pondría en riesgo. Son una mafia muy
poderosa, y hacen lo que sea para ocultarse.
- Mafia. Madre mía. Tienes problemas con la mafia. Entiendo.
- Asentí con lentitud.
-
Lo mejor será que pasemos aquí la noche. Iré a buscar algo de
comer. No te muevas de
aquí.
-
¿Vas a ir tú solo? - Pregunté preocupada.
Él
asintió.
-
Ten mucho cuidado.
-
Hecho. - Dijo enamorándome con su sonrisa.
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Cuando
Rupert se fue, me puse a pensar. ¿De verdad esto estaba ocurriendo?
¿De verdad había chocado con Rupert Grint? ¿De verdad es él un
asesino? ¿De verdad corro peligro permaneciendo a su lado?
Me
cuesta mucho creerlo, pero no veo ninguna razón por la que deba
desconfiar de él. Él confía en mi, si no, ¿por qué me ha contado
todo eso? Y, ¿por qué confía en mi?
Empecé
a pensar en él, en todo lo que le he admirado todos estos años, y
ahora estar compartiendo algo con él, resulta increíble. Pensar que
en casi 10 años, había estado enamorada de él, que tenía pósters
con su cara en mi pared. Esto debía ser un sueño.
Todos
estos pensamientos, y todas esas preguntas no se me iban de la
cabeza.
Comencé
a encontrarme mal, y me quedé dormida.
Desperté
justo cuando Rupert entraba por la puerta, y en su mano traía una
pistola.
-Evan,
levanta, tenemos que irnos.
-Pero,
pero ¿Que ha pasado? ¿A dónde vamos?
-Luego
te explico, tengo el coche en la puerta. Sube, arráncalo y espera
que yo llegue. ¡Rápido!
Cuando
salí, había un Mondeo rojo aparcado justo en la puerta. Y a unos 20
metros, estaban los hombres que nos habían estado siguiendo. Le
tienen, pensé.
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